“Si te metes con ellos te metes con Changó”: polémica sobre artistas independientes y un “apolítico”

El artista cubano Wilfredo Prieto anda feliz por La Habana. La ciudad se derrumba y él cantando. Dice que Cuba, la de este 2020 llena de hambre, presos políticos, ruinas y discriminaciones, es “libertad” y “una suerte”
Artistas Luis Manuel Otero y Wilfredo Prieto, el "apolítico". Fotomontaje: ADN Cuba
 

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El artista “conceptual” cubano Wilfredo Prieto anda feliz por La Habana. La ciudad se derrumba y él cantando. Dice que Cuba, la de este 2020 llena de hambre, presos políticos, ruinas y discriminaciones, es “libertad” y “una suerte”.

“Cuba es un país absolutamente particular (…) que me ha permitido ver el entorno con otra visión y distanciarme de la estandarización mundial. A pesar de sus dificultades, resurgen otras maneras mucho más efectivas de entender tu sentido social, filosófico y cultural, y esto le impregna un gran condimento a la vida y a la creación”. Cerró con broche de fresa una entrevista publicada en la revista Hypermedia.

Todo no habría pasado de una pose bobalicona y Prieto regresaría a su torre de marfil del antiguo astillero Chullima, un enorme espacio que le concedió el gobierno para jugar con la nada, si no hubiera criticado a los artistas que deciden coger el toro por los cuernos y posicionarse políticamente.

Cuando le preguntan por el mercado del arte, ese viejo amigo suyo, reconoce que “no tengo absolutamente nada en contra”, pero sugiere que donde se ve más la “obediencia mercantilista” es en que supuestamente para tener éxito monetario el artista cubano tendría que criticar al régimen.

“En Cuba, por ejemplo, está muy de moda el 'efecto Ai Weiwei [artista disidente chino] ': algo muy parecido al realismo socialista, pero a la inversa. Este fenómeno es una ecuación fácil: si haces comentarios en contra del gobierno cubano, automáticamente estarás en todos los medios internacionales; esto quiere decir más fama, lo que se traduce en más mercado, más dinero. Esta fórmula, con ese tipo de amplificación, no funciona en otros contextos…”

Y en otro momento, respondiendo sobre el papel del arte “en nuestra sociedad actual”, Wilfredo Prieto habla como si estuviera cogido de brazos con los comisarios culturales de hoy. Fernando Rojas a su izquierda, Abel Prieto a la derecha, y Alexis Triana revoloteándole como una mosca en el oído: “El mayor [papel], el más importante. Para mí el arte debe ser un recurso de alta prioridad, un asunto clave en la seguridad nacional”.

Hamlet Lavastida fue uno de los artistas que respondió, y duramente, a lo dicho por Prieto. Lo tildó de deshonesto y le que “un poco de transparencia no te vendría mal (…) En la vida real, tú no sabes ni a quién representas tú mismo”.

Rechazando la idea edulcorada del país que dijo tener Prieto, Lavastida ripostó que “yo te diría que Cuba representa no solo para mí sino para millones de personas violencia, violencia descarnada y no de hoy, sino desde siempre”.

Hamlet mencionó varios proyectos que trabajan sin divorciar el arte del activismo social o político, la verdadera diana a la que iban apuntadas las palabras del cándido Wilfredo, y que por el contrario de él, reciben rechazo del sistema: “(…) aquí todo el mundo sabe que tú tienes lo que no tiene ni el Movimiento de San Isidro junto con el Instituto Hannah Arendt junto con Aglutinador, todo esto tres veces al cuadrado, eso es lo que tú tienes y no precisamente por estar en desacuerdo con las políticas de las instituciones cubanas, sino todo lo contrario”.

Le exigió al cotizado artista, representado según sus propias palabras por cuatro galerías internacionales, que no intrigara sobre “gente que están escachadas nueve veces más que tú, y no tienen ni un pedazo de pared ni en Cuba ni fuera de ella donde colgar sus cosas. Dale un respetón a la gente que si hace y dice lo que tiene que decir sobre esa miserable dictadura de partido [comunista] que tenemos en Cuba”.

Refiriéndose a los artistas independientes y activistas, Lavastida le dijo a Wilfredo Prieto que “si te metes con ellos te metes con Changó, (…) abiertamente formando foco al parecer quieres ganarte el Premio Nacional [de Artes Plásticas]”.

La artista, escritora y curadora cubanoamericana Coco Fusco rechazó la polémica declaración de Prieto: “Los artistas cubanos que hablan mal del gobierno son hostigados por el estado y la atención de la prensa que reciben tiene que ver con sus arrestos y otras violaciones de sus derechos civiles. Lo que está de moda en Cuba es la represión hacia a los artistas y periodistas del sector independiente. Qué pena ajena me da saber que el pobre Wilfredo está celoso de la atención que reciben los opositores”.

En el intercambio de comentarios de su post, Fusco amplió sus argumentos recordando que aseveraciones como las de Prieto han “circulado desde hace varios años”, siendo utilizadas para “descartar a Tania Bruguera primero y después al Grupo de San Isidro, la Bienal 00 y finalmente a Luis Manuel Otero Alcántara porque sus arrestos durante la última Bienal [de La Habana] recibieron más atención en la prensa que las exposiciones oficiales…”

Según Fusco, eso “es lo que siempre se dice de los artistas de performance en Cuba que se lanzan al espacio público -que no son artistas, que solo buscan la fama, que participan de una campaña mediática orquestada por mercenarios…”

La artista de Puerto Rico Lourdes Correa Carlo, opinó sobre Prieto que “los artistas neoliberales son así, diciéndoles a sus compañeros que 'calladitos se ven más bonitos', se auto censuran y quieren censurar a los demás de hacer cambios sociales a través del arte, mientras muchos somos oprimidos por diferentes razones (…) Por eso es que hacen ese trabajo medio vacío, no quieren ofender a nadie…”

Las palabras de Wilfredo Prieto bien podrían apostillarse con otro artículo reciente de Hypermedia, de la artivista Tania Bruguera, quien recuerda prácticas muy actuales en el sistema institucional cubano: “el Ministerio de Cultura, seguramente autorizado por la Seguridad del Estado, había hecho más extensivas las 'excepciones' legales con aquellos que no causaban problemas. Los artistas políticamente zombis podían comprar una mansión en Miramar (cuando para el resto de los cubanos estaba prohibida la compra-venta de casas); se les daba un permiso múltiple de entradas y salidas del país (cuando los demás dependían de un largo y arbitrario proceso); y podían importar todo tipo de cosas (cuando a los demás les contaban y cobraban las libras de sus maletas)”.

Bruguera escribe que a los “confiables” les permiten todo tipo de licencias (incluso penadas) “para chantajearlos y domarlos”.

“Si antes te decían que si colaborabas podías ser libre de expresar tus críticas, ahora si colaboras puedes estar exento de la ley. La Revolución sigue comprando lealtad, pero cada vez a un precio más alto”. ¿Les suena?

 

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