Ojos que ven Cine. Apuntes sobre el 41 Festival de Cine de La Habana

Esta edición 41 estuvo matizada por la presencia de muchos largometrajes de ficción de altísima calidad estética. Una de las mayores decepciones fue el cine cubano, con sólo dos títulos en este apartado
 

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Cada diciembre La Habana se viste de cine. Cada edición del Festival trae sus sorpresas, sus decepciones, sus polémicas, sus alegrías, pero sobre todo, nos alimenta esa pasión que sentimos los cubanos por el cine.

Esta edición 41 estuvo matizada por la presencia de muchos largometrajes de ficción de altísima calidad estética. Las mejores películas latinoamericanas en competencia ya habían tenido su recorrido por festivales como el de Cannes, Berlín, Venecia, Toronto, entre otros.

Realizadores de la talla del brasileño Karim Ainouz y el chileno Theo Court se dieron cita en la Habana con La vida invisible de Euridice Gusmao y Blanco en Blanco, respectivamente.

En mi opinión, una de las mayores decepciones fue el cine cubano. Sólo dos títulos, un largometraje de Jorge Luis Sánchez sobre el poeta Julián del Casal y la tan esperada ópera prima del documentalista Armando Capó.

Si bien es cierto que los documentales cubanos estuvo a la altura del certamen con Retrato de un artista siempre adolescente, de Manuel Herrera, y la premiada A media voz, de Heidi Hassan y Patricia Pérez, otros títulos no merecieron estar por su calidad estética en dicho certamen.

Es el caso de Isabel Santos y Marilyn Solaya, la primera con una meritoria labor como actriz y la segunda, como una reconocida realizadora feminista, con una obra atendible en ese aspecto, pero las producciones de ambas, en mi opinión, no tuvieron la suficiente calidad para estar en la competencia.

El público cubano sigue el cine nacional en cada festival de diciembre. En esta ocasión nuestros filmes no estuvieron a la altura de los extranjeros. Sobresale Buscando a Casal, una película ampulosa y artificiosa, que incomunicó más que trasmitió la vida del controvertido poeta modernista. La ópera prima Agosto era muy esperada, pero narrar el período especial y la emigración de los años noventa sin dramatismo no comunicó las angustias de sus personajes, que de alguna manera son las angustias de una generación que no olvida su pasado histórico.

Este festival tuvo la presencia colateral de la primera muestra de cine independiente en INSTAR. La polémica que suscitó la no inclusión en competencia de la película Eres tú papá, del realizador Rudy Riverón Sánchez, por parte de actores y participantes en dicho filme, también fue objeto de discusión en las redes.

Aunque su realizador se abstuvo de participar de dichas polémicas, lo que considero muy inteligente de su parte, el primer filme de horror sicológico realizado en Cuba no pudo estrenarse en La Habana y esto dejó una estela de comentarios e insatisfacciones a quienes trabajaron en la película, filme que ha ganado premios en varios festivales internacionales.

INSTAR fue el refugio de realizadores de la talla de Miguel Coyula, que exhibió en una de sus sesiones Corazón Azul. La presencia del cine independiente en el Festival fue de gran provecho para los que siguen haciendo un cine muy personal, muy auténtico; también fue la manera de visibilizar proyectos de jóvenes que aunque no puedan ver sus películas en el Festival, luchan por su inclusión y por el respeto de un cine cubano único.

El tan esperado documental A media voz, de las realizadoras Heidi Hassan y Patricia Pérez, la propia mirada del sujeto que dialoga con su pasado y su presente desde la lejanía, pero sintiendo la inevitable nostalgia por la distancia, fue justamente premiado.

La dicotomía entre cine independiente y cine de la industria crea un abismo. En mi opinión ganó la documentalística cubana. Estas dos cineastas amigas, que llevan más de veinte años fuera del país, pusieron en alto el buen cine cubano. 

La cinematografía argentina fue la máxima galardonada en la edición 41 del Festival, luces y sombras de un festival que privilegió, eso sí, el mejor cine del mundo en sus apartados colaterales, programación de lujo en un certamen en el que no faltó la polémica y la injusticia fílmica de los jurados, y como si esto fuera poco, se reservó para el final la tan esperada proyección de La red avispa, del reconocido realizador francés Olivier Assayas, que no vino a la Habana a presentar su visión de los 5 héroes.

 

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