Manzanillo de Cuba: “nos estamos quedando mudos”

Durante 1 hora y 15 minutos asistimos a una radiografía del Manzanillo esplendoroso de siglos pasados, cuando tenía un puerto y el comercio florecía, ciudad de primera línea que fue símbolo esencial de la nación cubana.
 

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La Televisión Serrana cumple 26 años. Una televisión que nació en 1993 para interactuar con la comunidad, traducir en imágenes todos las vicisitudes de los habitantes de la serranía, y sobre todo tratar de solucionar aquellos males que podían resolverse y aquejaban a una población que vive aún en condiciones de extrema pobreza.

Los realizadores de la TV Serrana tienen una sólida obra empeñada en el mejoramiento humano, un discurso humanista sin precedentes en Cuba, sobre todo por convertirse en la voz de los que poco o nada pueden en contextos hostiles de trabajo y convivencia. Uno de los logros de los realizadores es que han sabido salir de sus espacios habituales para, sin abandonar su estética, discursar sobre conflictos que no son ajenos a los que narran día a día en sus documentales en la Sierra Maestra.

Manzanillo de Cuba es un documental por encargo a la TV Serrana por el 225 aniversario de esa ciudad. Una manzanillera asumió el reto. Poseedora de un discurso visual conmovedor por títulos como: Isla, En contra del viento, Las hijas de Cibeles (saga sobre discurso de género) entre otros, Lenia Sainiut traduce en Manzanillo de Cuba el sentir de la ciudad y la de los que por muchos años han defendido la necesidad de reconstruir una ciudad que va quedando poco a poco relegada en el olvido, otrora ciudad luz, de progreso social, económico y cultural, para convertirse en lo que es hoy, una ciudad que se derrumba con el paso del tiempo y que ha perdido no solo el esplendor de siglos pasados, sino que abandonada a su suerte es fuente de gran flujo de emigración por parte de jóvenes y de quienes sienten la inercia de una ciudad que ya no es la proyección de sus moradores, sino todo lo contrario.

Poseedora de un discurso visual que duele por su sinceridad, Lenia Sainiut construye su documental, que sentimos suyo en cada imagen y metáfora, con entrevistas a manzanilleros que han defendido por años el sentir de un pueblo empeñado en hacer realidad un sueño: hacer de Manzanillo una ciudad confortable y próspera.

 

Durante 1 hora y 15 minutos asistimos a una radiografía del Manzanillo esplendoroso de siglos pasados, cuando tenía un puerto y el comercio florecía, ciudad de primera línea que fue símbolo esencial de la nación cubana. En Manzanillo como dice el historiador de la ciudad se inició la independencia. La finca La Demajagua es uno de los símbolos patrios que atesora todo un legado histórico que dejó Carlos Manuel de Céspedes, cuando en 1868 le da la libertad a sus esclavos. Esa cubanía, y sobre todo el desgarramiento de una galería de entrevistados, deja a todas luces que tanta tradición y esplendor ha quedado relegado a edificios derruidos con el paso de los años, y sobre todo cuánto les afectó a todos los manzanilleros  la división política administrativa, muchos dicen que eso los municipalizó, perdieron el rumbo y la ciudad quedó relegada al olvido.

Es este documental una denuncia social explícita que convida a repensar la dinámica de una ciudad que guarda una rica historia de hechos culturales, históricos y arquitectónicos, que con el paso de los años se ha convertido en una ciudad inhóspita, extraña, donde ya no se reconocen muchos de los que nacieron aquí y han emigrado, porque la ciudad muere día a día y con ella el sentir de sus pobladores.

En el comienzo del documental Cándido Fabré dice: ser manzanillero es una forma de ser, es amor al terruño, soy manzanillero. Una de las voces que escuchamos a lo largo del metraje es la de este reconocido cantante que aún permanece en una ciudad que ha hecho suya con el paso del tiempo, una ciudad exportadora de talentos que tiene en todo el país y fuera de él a muchos de sus hijos.

El esplendor que les dio el ferrocarril, el comercio, el telégrafo, en la época colonial ha quedado reducido a ecos de lo que fue una ciudad luz y ahora solo es una ciudad deprimida, envejecida, sin posibilidades de mejoramiento social, económico y de todo orden.

Los edificios son el lenguaje de la ciudad, nos estamos quedando mudos”, dice uno de los entrevistados. Figuras relevantes de nuestra cultura como Arturo Arango y Francisco López Sacha aportan al documental confesiones que traducen el sentir de ambos por una ciudad que ya no reconocen, pero que llevan en sus entrañas, en la obra de cada uno de ellos. Uno de los parlamentos más contundentes es precisamente el del escritor Francisco López Sacha cuando dice: no quería volver, no quería ver las ruinas de mi ciudad. Esta confesión del reconocido escritor cubano traduce el sentir de los manzanilleros que viven dentro y fuera de la ciudad. Ciudad que tuvo entre sus logros haber tenido una revista como Orto, en la que publicaban nombres como: Rafael Alberti, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, entre otros ilustres escritores. Manzanillo fue cuna de las artes y la literatura, de las artes plásticas, ciudad próspera que hoy pide a gritos salir de una depresión y una depauperación que conmueven a través de las imágenes del documental.

Lenia Sainiut, manzanillera también, logra con Manzanillo de Cuba un testamento social, histórico y político que nos pone a pensaren la pérdida de la memoria y las tradiciones de una ciudad que ya no se reconoce, pero también en la apatía de los que deben responder por tanto descuido. Manzanillo pide a gritos una segunda oportunidad, manzanillo pide a gritos que las estructuras de poder lo atiendan, dice a manera de tesis uno de los entrevistados.

Son las entrevistas y las imágenes de archivo las que establecen un interesante contrapunteo en la estructura del documental, que dejó de ser material por encargo desde el mismo momento en que Lenia hizo suyo el dolor de su ciudad y la de muchos de los manzanilleros que aparecen en el documental, recordando los tiempos de prosperidad y a su vez haciendo un llamado de atención ante la depauperación y la pérdida de tantos logros.

Hay algo en la ciudad que se resiste, hay que trabajar, hay que darle al pueblo las herramientas, hay que tomar las riendas dice en uno de los entrevistados hacia el final del metraje. Manzanillo de Cuba es otro de los documentales de denuncia social de TV Serrana que pone el dedo en la llaga de conflictos que podrían ser los de cualquier habitante de la isla que defiende su terruño, que ama su ciudad, porque para homenajear más de 200 años de tradición no solo se necesitan las loas, sino también los llamados, sobre todo por lo que se ha perdido y se quiere volver a recobrar, porque tanta tradición y tanta historia no puede quedar reducidas a un montón de escombros o edificios en ruinas, la ciudad merece atención porque sus moradores la merecen, pareciera decirnos su realizadora, los manzanilleros todos.

Es en esencia este documental, uno de los últimos producidos por TV Serrana un material imprescindible, que dialoga a corazón abierto con todos, y que entre sus objetivos está el homenaje, pero también la búsqueda de respuestas, de sensibilizar a los que pueden hacer de la ciudad ese espacio habitable, espacio donde todos podamos reconocernos, para construir un futuro mejor en armonía y desde el amor.

 

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