Los padres de la patria

Este domingo de junio será en Cuba un día triste. Muchos padres, presos, no podrán abrazar a sus hijos, otros padres querrán acompañar a sus hijos en las mazmorras de la dictadura
 

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Este domingo en Cuba muchos niños se levantarán y no tendrán a quién regalarle, porque su padre está en prisión.

Y no están encarcelados por robo o asesinato. Ni por terrorismo o alguna forma de violencia. Sus hijos no los podrán abrazar y besar en sus casas porque son hombres honrados, y salieron a protestar pacíficamente porque no les gusta la Cuba actual, esa que quisieran mejor para que sus hijos crezcan y se hagan hombres de bien, hombres y mujeres honrados.

Ah, pero el poder no quiere hombres cívicos ni gente que piense por sí misma. El poder exige que la gente repita lo que el poder orienta que digan, y que los cubanos piensen como el poder manda.

¿Qué podrá decirle la madre a esos niños que quieren abrazar a su papá el día de los padres y todos los días de este mundo? ¿Qué derecho le asiste a un estado a romper la familia, a robarse a uno de los padres durante tanto tiempo por algo que no es un crimen? ¿Los jueces, los represores, los que califican y descalifican según su antojo, en nombre de algo que también odian en secreto, no son padres o tienen un padre?

Cuánto odio trajo a ese pobre país un hombre insolente que odiaba al suyo porque lo ocultó, lo humilló y lo reconoció al fin cuando para él parecía muy tarde. Cuánto rencor ha crecido entre los resquicios de una sociedad hecha pedazos, con un sistema económico fracasado y donde la única moral es la doblez, la moral doble y la mentira.

Un sistema contradictorio, donde te hablan de Martí, el que ha sido tal vez el más puro y profundo de los cubanos, y donde se reprime la sinceridad y la honestidad. Donde el desacuerdo es un delito grave y donde ser un hombre honrado resulta peligroso. Esos hombres que pasarán el día de los padres lejos de sus hijos, arrancados con violencia de su cariño, solamente quieren un país más limpio y sincero. Un país donde la vida tenga sentido. Un tiempo que valga la pena vivirlo.

El socialismo cubano ha resultado un pretexto para justificar la miseria del pueblo y los privilegios de una casta militar que se ha adueñado de la patria, de sus símbolos, y ha cambiado la historia y la decencia con la que vivieron nuestros abuelos. Comenzaron destruyendo la armonía familiar, la natural dinámica donde interactuaban padre, madre, abuelos y niños.

Secuestraron a los más pequeños con el pretexto de la educación y de la formación en el trabajo y el estudio, y los hijos crecieron lejos de sus padres recibiendo adoctrinamiento ideológico.

El único amor que permitía el Partido era entonces a la figura del “Padre protector”, del líder indiscutible Fidel Castro, a quien había que agradecerle, eternamente, todo lo que el cubano recibía. Así enfrentaron a los hijos con los padres, nietos contra abuelos, porque si algo usó hasta el delirio el aparato de propaganda fue aquella sentencia de Joseph Goebbels​​: “Una mentira repetida cien veces se convierte en verdad”.

Pero en la miseria más absoluta, en el desamparo más hondo, los hijos no olvidan, por suerte, a sus padres, a quienes no solamente están dispuestos a morir por ellos, sino que harán todo lo posible para que sus hijos sobrevivan a pesar de todo.

Este tercer domingo de junio será en Cuba un día triste. Muchos padres, presos, no podrán abrazar a sus hijos, y otros padres querrán acompañar a sus hijos en las mazmorras de la dictadura, acusados de delitos inventados y torcidos, porque los carceleros odian el amor filial y la dignidad humana.

El día de los padres en la isla de Cuba retumbarán la voz y el llanto de Sallet Martín, una niña cubana de apenas 11 años, que lanzó un mensaje tan inocentemente conmovedor como este: “Por favor todo aquel que tenga el caso en sus manos, por favor, hagan justicia con la verdad”.

Ojalá esa palabra, justicia, vuelva un día a recobrar el verdadero significado en Cuba. Que no se persiga nunca más la verdad, ni la opinión diferente, ni el pensamiento opuesto. Y que el cubano deje de ser su propio enemigo, y que los perseguidores sean realmente juzgados, no solo por su abyección defendiendo a una dictadura, sino a los que siguen rompiendo el amor de la familia, arrastrando el futuro por el piso, burlándose de José Martí, sin haberlo nunca entendido.

Y que los padres puedan abrazar a sus hijos este y cualquier día del año.

 

Foto de portada: Luis Fernando Gálvez Bailón/ Flickr


 

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.